Un holograma de lo humano 28/11/2016 | Isabel Orellana

Recuperamos esta especial y sensible crítca de «Bach», de Federica Porello / Compañía Mal Pelo, firmada por Isabel Orellana

like twitter
 

En 1977 se lanzó la Sonda espacial Voyager con un mensaje de los mejores deseos y lo que se consideró la mejor muestra sonora de la vida en la tierra, entre otros, saludos en 55 idiomas, el canto de las ballenas, canciones de boda de Perú y el Clave Bien temperado de Bach, Libro 2, preludio y fuga nº1, con el que también se abre esta pieza de danza. Un mensaje a la espera de encontrar unos oídos más allá de los confines del sistema solar. Y yo me pregunto: ¿y si por fin algún día la sonda es encontrada por una civilización extraterrestre, en ese espacio interestelar por donde ya viaja, pero los seres que la forman son sordos?¿Y si consiguen descodificar el preludio y fuga encontrando una sucesión matemática sorprendente que les hace anhelar el conocer cómo serán los seres que la han producido, pero no pueden hacerse una idea de ello?

Al mensaje en la botella yo añadiría un holograma con el Bach de Mal Pelo, así podrían comprender lo que supone la humanidad a través del lenguaje de un cuerpo en movimiento, saludo que no se incluyó en ninguno de los 55 idiomas de la sonda. Podrían descubrir la gracia, la ligereza, la sobriedad, la precisión y el pesar de SER humano. Un EXISTIR humano que siente con la mano en el corazón, que sube por la garganta, sale hacia la boca y se extiende lanzando un mensaje. Con gravedad, porque está sujeto a las leyes naturales que lo rigen y a sus contingencias, con las que conversa y contra las que también se rebela. Pegado al suelo y colgado del cielo, que es capaz de expresarse deslizándose con belleza en diagonales, círculos, girando vertiginosamente pero con una frenada tan suave que impulsa una brisa leve, casi un aliento, y, para no interrumpirla, contener el grito y hasta la respiración del esfuerzo.

Descubrí este Bach en un sobrio negro sobre fondo blanco hace no recuerdo cuántos años, interpretado por su creadora María Muñoz, mi querida María, y no imaginé que pudiera ser bailado por otra persona, pero ayer me sorprendió Federica Porello, que no sólo ha sido capaz de interpretar una coreografía con los movimientos tan personales de su creadora sino que ha captado su emoción y la ha hecho suya, que ha sido capaz de compartir el mundo a sus espaldas, el peso de su gran humanidad. También ayer, el escenario del Mes de Danza trocó de un sobrio fondo blanco a una glorieta que traslucía un atardecer de otoño en Sevilla, lleno de románticos jardines y bandadas de pájaros que parecían seguir la línea que trazaba Federica con sus brazos y extender su mirada, tan hacia adentro las más de las veces. Un escenario diverso que quizás le provocó el permitirse la licencia de un ligero y fugaz juego fuera de la coreografía, rodeando suavemente con su pié la ausencia de unas losetas en el pavimento. Bienvenido sea!. Bienvenidas siempre María y Federica en ésta mi ciudad a recordarme ese ser humano consciente de ser finito, único y parte de un mundo frágil y hermoso.

No sé si la sonda tropezará con esos oídos inteligentes, si la radiación cósmica acabará produciendo una mutación en el mensaje o lo destruirá, pero sí sé que si alguna vez soy abducida por un extraterrestre, encontrará el Bach de Malpelo entre las imágenes que pueblan la región de mi cerebro de los momentos felices, no sin lágrimas asomando siempre de emoción, junto a la de la admiración y la sorpresa de ser humano, tanto como ese ser que sublimó la música tocando lo divino, y también, compartiendo genéticamente algo con un huraño mono inteligente llamado Gould que la interpretaba con maestría y que también forma una parte hermosa de mi imaginario en alguna otra parte de esta masa gris.

Y la nave va…

Isabel García Orellana

Sevilla 1 de Noviembre, Mes de Danza 23